17 May 2011

Barcelona – ¿Un Monstruo en Crisis?


“Para mí, Barcelona es un personaje más”. Esto es lo que el escritor y periodista Xavier B. Fernández explicó sobre el papel que tiene la Ciudad Condal en su novela negra. Lo hizo en el transcurso de una conferencia que ha tenido lugar este 5 de febrero en la Biblioteca Barceloneta – La Franternitat, en el marco de la semana de novela negra BCNegra 2011. Después de la charla, me dirigí hacia él y, en la Librería Negra y Criminal, le pregunté si Barcelona es un personaje masculino o femenino. Su respuesta fue la siguiente: “Dependiendo de la obra, a veces es una mujer y a veces se convierte en un hombre. Pero estoy seguro de que Barcelona tiene un papel con el fin de que cuente algo sobre nuestras vidas cotidianas”. Así pues, ¿tiene Barcelona el papel de un monstruo en crisis en la actualidad?

  Un evento de BCNegra 2011, Cosecha en castellano de 2010 , que ha tenido lugar en la Biblioteca Barceloneta-La Franternitat el 5 de febrero de 2011 (desde la izquierda: Vanessa Montfort, José Luis Muñoz, Leo Coyote, Xavier B. Fernández, Eduard Pascual y Raúl Argemí )
 
Tal vez la novela negra sea una representación de la sociedad. La novela negra es ficción, aunque probablemente funcione como un reflejo de la sociedad real. El autor de novela negra por excelencia, Manuel Vásquez Montalbán, escribió en su obra Sabotaje Olímpico: “Mi posmodernidad se ultima en el hecho de que estoy en crisis económica y existencial”. Además, una de las novelistas que participaron en la charla mencionada antes, Vanessa Montfort, apuntó en el coloquio: “A través de la ficción, a veces, se entiende mucho mejor la realidad. Por eso mi vocación es hacer una literatura sincera, exploradora y emocionante que filtre el mundo en el que vivimos”. En resumen, lo que se desprende de sus palabras es que la novela negra es un genero vivo, y que, por lo tanto, muestra indicios de querer recuperarse de la etapa de crisis que ahora padece.


Xavier B. Fernández 

Vanessa Montfort


















Barcelona, la vida en la calle

Si Barcelona tiene relación con la novela negra, la pregunta que cabe hacerse es si Barcelona es una ciudad negra. En primer lugar, es una ciudad marítima (en gran parte debido a la presencia del barrio portuario), por la que muchos viajeros han ido y venido a través de sus calles de luces y sombras. Las ciudades de mar son siempre más policíacas y están más vivas, debido también a la abundancia de negocios ‘negros’ y conductas ‘negras’. En segundo lugar, es una ciudad compleja. Existe en ella una cultura bilingüe; el problema de dos culturas en conflicto que se complementan, pero que, algunas veces, por cuestiones políticas, no se acaban de entender. Ahora bien, estos elementos ‘negros’ son completamente suficientes para dar lugar a la novela negra, ya que las novelas negras se desarrollan normalmente en grandes ciudades misteriosas. Barcelona reúne todas estas condiciones.


Y a todo esto, ¿qué elementos de Barcelona ha descrito Montalbán en su literatura? Pues, precisamente, la vida en la calle, y más concretamente la del barrio del Raval, que ha aparecido muchas veces en la serie del detective Pepe Carvalho. En el interior de este barrio se aprecia la mezcla étnica, racial y cultural característica de Barcelona, donde parece que tiene cabida todo tipo de personas. En sus calles se percibe a menudo un ambiente oscuro, con prostitutas que esperan a sus clientes y grupos de hombres que charlan. Asimismo, la Plaza Real, repleta siempre de turistas, es otro de los lugares que Carvalho ha visitado muchas veces. Al pasear un poco por la plaza, puede verse a indigentes durmiendo en la calle. Casi nadie les presta atención. Carvalho ha vivido, comido y bebido en este barrio, en el que, desde su propia perspectiva, también ha resuelto muchos casos al hablar con la gente, yendo y viniendo por las calles. Su punto de vista muestra el fondo de la sociedad, la recolección de las voces perdidas. Por ello, la novela negra de Montalbán puede ser considerada un reflejo o crítica de la desigualdad que existe en la sociedad barcelonesa, una situación que la mayor parte de la gente ya había olvidado involuntariamente.




Un testigo de Barcelona

Por su parte, Fernández ha escrito sobre la Barcelona de los años 50 en su novela titulada El sonido de la noche, cuyo protagonista es un antiguo y prestigioso pianista de jazz, Eric Dutch Heinrichs, que ha tocado con Charlie Parker y Miles Davis. En el relato, Dutch lleva diez años sin tocar el piano y recorre el mundo ‘oscuro’. Llega con un pasaporte falso a Barcelona en 1959, un día después de que el presidente Eisenhower aterrizara en Madrid para reunirse con el general Francisco Franco en un encuentro histórico. Dutch, el pianista ‘negro’, tiene que ocultarse de la mafia hasta que conoce a un joven intérprete ciego llamado Tete (recuerda al pianista catalán Tete Montoliu) e intenta empezar una nueva vida en el recién inaugurado club Jamborée en la Plaza Real. Sin embargo, los acontecimientos le empujan a verse implicado en diversos casos relacionados con el movimiento antifranquista (que está viviendo sus últimos suspiros), lo que le llevará, inesperadamente, a enfrentarse con ese pasado del que hace tanto tiempo que huye. De esta forma, el autor describe el ambiente de Barcelona durante la dictadura.


Por otro lado, los barceloneses olvidaron muchas cosas después de la transformación radical que experimentó la ciudad con motivo de la celebración los Juegos Olímpicos de 1992. De repente, los ciudadanos comenzaron a ser conscientes de que la mirada del mundo entero estaba concentrada en la capital catalana, y que la Barcelona de la vida en la calle se había convertido en la Barcelona del diseño, en la Barcelona capaz de atraer a muchos turistas y en la Barcelona dueña de unas Ramblas que, poco a poco, se habían ido convirtiendo en un parque temático. La transformación de Barcelona tenía éxito, pero la nueva ciudad del diseño tenía personajes que quedaban fuera. No se trataba sólo de un cambio urbano, sino que existía un grupo de personas que molestaba y que se iba eliminando de la ciudad. Así, los personajes de la novela negra de Montalbán han sido un testigos de ese cambio de Barcelona. La gran ciudad siempre oculta una muerte. Además, el hombre es el único animal que mata sin motivo. No obstante, la ficción busca una verdad revelada por los muertos y por el lado más oscuro de la naturaleza humana. El crimen no se puede justificar sino se puede entender. Todo ello puede encontrarse en la novela negra.


Al mismo tiempo, la muerte es hoy también un espectáculo mediatizado a gran escala, totalmente despersonalizado y que se olvida muy rápido. No obstante, los autores de novela negra pueden contar que, en lo que se refiere a la muerte, no existen dos historias iguales. 


Género de terror



Es curiosa la tendencia de producir buenas obras de género terrorífico durante el transcurso de crisis políticas, económicas o catástrofes naturales. En la historia, el thriller, la novela negra y la película de terror han tenido relación con la transformación de la sociedad y la tecnología; es decir, con las etapas de crisis. En primer lugar, la obra del género gótico más conocida (Frankenstein, de Mary Shelley), se escribió pensando en el desarrollo de la tecnología. En segundo lugar, el cinematográfico Godzilla que atacó Tokio en la gran pantalla es un monstruo ficticio japonés creado en 1954, después del bombardeo atómico sufrido en Hiroshima y Nagasaki y del accidente de Daigo Fukuryu Maru, en el que un barco atunero de nipón fue expuesto y contaminado por la radiación causada por una bomba de hidrógeno que los Estados Unidos lanzaron el 1 de marzo de 1954 durante un experimento en el atolón Bikini. El monstruo se concibió como una representación del miedo que sintió Japón. Sin embargo, las historias de Frankenstein y Godzilla tienen elementos comunes. En ambos casos, se trata de monstruos creados por seres humanos y que son, irónicamente, destruidos por ellos. Los monstruos son representaciones del miedo creado por los seres humanos y sus tonterías.


Por lo tanto, el miedo a la radiación nuclear de Fukushima que planea sobre Japón (y sobre todo el mundo) desde el seísmo del pasado 11 de marzo creará, probablemente, un nuevo monstruo. Lo mismo puede decirse de la novela negra: después de crisis de enormes dimensiones se produce siempre una gran novela negra.  

 

Plaça del Pedró en el barrio Raval: Estatua de Santa Eulalía contemplando la capilla sumergida de Sant Lezer y los terrados mirando al cielo, territorio de la primera memoria de Carvalho. Ahora este barrio es lo de inmigrantes.

Un monstruo a nuestro lado

La novela negra narra la realidad social de Barcelona, por lo que genera un efecto de distanciamiento. Nos muestra la otra cara de lo que se considera ‘normalidad’. Si realmente existe una clase social invisible considerada como algo totalmente ajeno, la novela negra haría que nos diéramos cuenta de que pertenecemos a la clase social que precisamente genera una sociedad desigual. No hay que olvidar que el monstruo de la crisis siempre está junto a nosotros, ya que, en caso contrario, el monstruo seríamos nosotros mismos.

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